jueves, 14 de agosto de 2008

¿Por qué las "dietas bajas calorías" no funcionan?


Las famosas dietas estrictas que aparecen en cuanta revista de mujer se publica se basan en la idea de que cuanto menos calorías consumes más peso pierdes. Sin embargo, los resultados que prometen mágicamente a corto plazo se desvanecen con el paso del tiempo. Esta realidad, que se repite en toda dieta “bajas calorías” que aparece de moda, tiene una explicación racional que devela por qué los efectos no pueden mantenerse. Más aún, el consumo limitado y escaso de calorías (energía a través de los alimentos) a largo plazo puede significar un gran esfuerzo para el organismo generando una serie de consecuencias negativas para la salud. Las mujeres que se someten a dietas estrictas periódicamente terminan muertas de hambre, con sobrepeso y con una pésima nutrición. Para colmo de males, las dietas generan comportamientos obsesivos relacionados con el continuo control del peso corporal y de las calorías ingeridas y conductas compulsivas relacionadas con la comida. Está más que claro que no puedes llevar toda la vida un registro de lo que comes o un registro de cada gramo que pierdes por hora. Por eso las mujeres terminan odiando la balanza, porque ese inocente aparato evidencia una realidad que contradice la falsa promesa de la dieta.
Asimismo, las dietas que proponen una drástica reducción de calorías pueden generar en principio una notable reducción de peso y de los niveles de grasa, pero al mismo tiempo pueden producir una pérdida de masa muscular y de energía corporal. El cuerpo enseguida detecta que se ha reducido la ingesta de alimentos y pasa a funcionar en estado de inanición o alerta, haciendo todo lo posible para conservar las reservas de energía que posee. Esto implica que cuanto menos comas a largo plazo, menos energía tendrá tu cuerpo para quemar, lo que explica que mantengas tu peso estable sin importar lo poco que puedas comer.
No todo es cuestión de cantidad
Las dietas “bajas calorías” hacen hincapié en la cantidad de alimentos y no en su calidad. Este tipo de dietas no te aportan todas las vitaminas y los minerales necesarios para mantener un óptimo estado de salud. Cuando comienzas a reducir la cantidad de alimentos que ingieres, y a su vez alimentos con bajo contenido de nutrientes (como ocurre con la mayoría de los alimentos propuestos por estas dietas), corres el riesgo grave de padecer los efectos de la falta de vitaminas y minerales. Ten en cuenta que una dieta que se restringa a los típicos alimentos “bajas calorías”, como tostadas sin sal, verduras de hoja y caldos dietéticos, no satisface las necesidades nutritivas de tu organismo.
Además, bajar de peso en base a una dieta estricta no significa que sólo pierdas la grasa acumulada. Para compensar los alimentos que no consumes, el cuerpo no sólo descompone las grasas para utilizarlas como energía sino que también descompone las proteínas (o sea los músculos). Y lo que menos necesitas en una dieta es reducir tu masa muscular, ya que ésta te permite quemar calorías en estado de reposo.
Por otro lado, una vez que dejas la dieta estricta y empiezas a comer en cantidades normales (que es lo lógico) el cuerpo descubre que es incapaz de manejar el volumen de alimentos que recibe, porque ahora lo considera un exceso ya que administraba escasas cantidad de nutrientes. Y así es como se explica el proceso por el cual el peso que con tanta rapidez y entusiasmo perdiste vuelve.. y con ¡intereses!. Se ha demostrado clínicamente que los ciclos periódicos y regulares de pérdida y aumento de peso ejercen un efecto adverso sobre la salud, en particular porque pueden desencadenar trastornos cardíacos. Lo ideal para eliminar esos “kilos de más” es perder poco peso pero de manera sostenida y constante, esto es, no subiendo nuevamente cada vez que dejas tal o cual dieta. Para que tengas en cuenta: un período de 3 meses de pérdida de peso gradual puede devolverte una figura escultural para toda la vida.


Fuente:

ElPais.com

14 de Agosto de 2008



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