lunes, 25 de agosto de 2008

Ejercicio y buena nutrición garantizan una vida saludable y una mayor productividad



Está comprobado que la actividad física regular y la alimentación balanceada son actores capitales para la protección frente a algunas enfermedades. Además, adquirir una rutina de nutrición y ejercicio reduce el estrés laboral y favorece el clima interno en el trabajo, situación que se refleja en un aumento de la productividad.
Cuando el despertador nos avisa que el día ya comenzó hay que tener fuerza de voluntad. Sí, ya está decidido: hoy sí desayunaremos, haremos cien abdominales y quince minutos de bicicleta. Pero la hora avanza y aún estamos en la cama. Sólo logramos correr a la ducha y, camino al trabajo, apenas alcanzamos a comprar un café en el Starbucks para enfrentar el día con algo en el estómago. En la oficina el ritmo no para: corremos de un lado para otro y no hay tiempo para sentarse a comer. Alimentarse es un tema que pasa a segundo plano: la falta de un buen desayuno en el cuerpo no impide que también nos saltemos el almuerzo. Y, aunque no nos demos cuenta a medida que el hambre aumenta, el rendimiento laboral disminuye. Pero estamos en reunión o con trabajo pendiente y la comida no es una prioridad. Después del after office, pensamos en ir al gimnasio o a esa sesión de yoga para relajarnos, pero terminamos con tan poca energía que preferimos partir a casa con la promesa de que mañana sí desayunaremos, haremos cien abdominales y a lo menos quince minutos de bicicleta.En palabras de Alejandra Alarcón, nutricionista del Centro de Tratamiento de la Obesidad UC, "el desayuno es fundamental por varios motivos: interrumpe el ayuno que se ha producido durante la noche y aporta la energía necesaria para comenzar bien el día."Para lograr que nuestro organismo tenga un mejor trabajo metabólico, debemos fraccionar nuestra alimentación en cinco meriendas: desayuno, colación, almuerzo, onces y una cena liviana. La colación y las onces son las principales "cartas de ayuda" al mantener la curva de glicemia estable lo que deviene en no llegar con tanta hambre a las comidas principales. Además son grandes aliadas para quienes trabajan, ya que mejoran la productividad y hasta el buen humor. "Podemos empezar la jornada diaria con leche descremada o yogurt light, pan bajo en grasas o cereales bajos en azúcar y ricos en fibra -que ayudan a mantener un buen tránsito intestinal. Si no alcanzamos a desayunar en nuestra casa, es conveniente tener en la oficina alguna alternativa de fácil almacenamiento, y que no necesite refrigeración, como leche en polvo o envases individuales sin grasa y azúcar", señala Alarcón.


Fuente:

LaSegundaOnline

25 de Agosto de 2008



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