miércoles, 7 de noviembre de 2007

La importancia del afecto en la primera hora del nacimiento del bebe



Por algún extraño capricho de la naturaleza, cuando el ser humano nace es el ser vivo más indefenso que existe y dependerá de su madre durante mucho tiempo.
En el momento del nacimiento surgen una serie de cambios físicos en el bebe pues todo su organismo empieza a funcionar en un nuevo hábitat. Recibe estímulo de la luz, hay un cambio en la temperatura, tiene nuevas sensaciones en sus pulmones que respiran aire.
Pero quizás y lo más importante es el cambio que surge en su mundo psíquico pues se ha separado de aquel ser que lo alimentó y la acompañó durante su corta existencia. Esta sensación de separación, perdida del placer y bienestar, genera ansiedades y angustias en el bebe.
Para el recién nacido solamente la presencia de una madre capaz de sostenerlo, abrazarlo, olerlo y susurrarle logra calmarlo y hace que surja la confianza básica frente al mundo.
En el inicio de la vida de un ser humano existe una palabra que es fundamental: el apego, que es el vínculo que se establece entre la madre y su hijo recién nacido a través del contacto de ambos, piel con piel, durante la primera hora después del parto.
Este momento, al que se denomina periodo sensible, es ideal pues ambos están despiertos y alertas a todo. Se da un reconocimiento mutuo a través de una comunicación no verbal, donde prevalece el olor, el tacto, la mirada y establece una unión tan fuerte y sólida que permite que el bebe crezca física y emocionalmente.
Si este apego no se sostiene o falla entonces surgen verdaderos problemas emocionales que pueden lesionar a un bebe para toda la vida.
Uno de los actos que más fortalece al recién nacido es la lactancia, pero la lactancia como un acto de amor, de intimidad, de confianza básica y de placer entre una madre y su hijo. No solo hay que amamantar por amamantar sino que hay que hacerlo dentro de una intimidad en la que al niño se le mire, se le hable o simplemente se le acompañe. Esto hace que el bebe pueda construir una vivencia sobre la vida: ¡está en un mundo seguro!
Y dentro de este punto quiero decir que a las mujeres no se nos habla sobre la lactancia con tanto énfasis como sobre el parto y la gestación. Muchas veces se pasa por alto que dar de lactar es una experiencia tan trascendente para una mujer como lo puede ser el parto mismo.
La mayoría de primerizas sienten una gran angustia frente a la lactancia de su bebe, sobre todo en las primeras horas, ya que el bebe llora de hambre y lo que sale de su pecho no es leche sino calostro que evidentemente no calma el hambre del recién nacido. Quisiera señalar que este calostro es básico para la inmunología del bebe.
Si hablamos del recién nacido, hablamos de apego, hablamos de lactancia, hablamos de intimidad entre el binomio madre e hijo.
Se han podido demostrar casos en que los recién nacidos que quedaron hospitalizados por algún problema de salud, mejoraron en más de un 50% gracias al contacto físico con su madre. Los niños que no son tocados, ni hablados, ni queridos complican sus cuadros de salud.


Fuente:

RPP

7 de Noviembre de 2007



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