Sus propiedades calmantes, hidratantes y antienvejecimiento las convierte en un elemento imprescindible para el cuidado diario de la piel
Durante todo el año, pero muy especialmente en verano, es importante hidratar el cuerpo. Las aguas termales son un complemento imprescindible para tu rutina diaria de belleza.
No nos cansaremos de repetirlo, si nuestro organismo necesita agua en cualquier época del año, en verano esta necesidad se hace más acuciante, de ahí la importancia de beber agua en abundancia para evitar la deshidratación. Y de la misma manera que damos de beber al organismo para evitar los efectos nocivos de la deshidratación, deberíamos incluir en nuestra rutina diaria de belleza las aguas termales para cuidar y proteger la delicada piel del rostro. Basta pulverizar sobre la cara limpia, antes de aplicar tu crema cotidiana, esperar unos minutos y secar mediante ligeros toques con un tejido suave para que la piel se refresque e hidrate. Pero ¿qué las hace tan especiales? Pues en primer lugar, al proceder de fuentes termales, este tipo de agua contiene una serie de minerales que cuentan con importantes propiedades naturales. Aunque su nivel de mineralización depende de dónde sea extraída el agua, los minerales más habituales en su composición son el manganeso (con propiedades hidratantes y antioxidantes ), el cobre (anti-inflamatorias y antisépticas), el magnesio (es un potente estimulador de la renovación celular), el zinc (además de regenerante es anti-inflamatorio y antibacteriano), el selenio (tiene cualidades antioxidantes), el calcio (en combinación con el manganeso posee efectos cicatrizantes), el hierro (facilita la oxigenación celular) o el cobre (posee propiedades anti-inflamatorias)... Gracias a estas cualidades el agua termal, que normalmente se comercializa en spray o vaporizador, tiene importantes y beneficiosos efectos sobre la piel:
Además de suavizar y refrescar la piel, es muy recomendable, por ejemplo, tras la depilación o la aplicación de algún tratamiento estético por sus propiedades calmantes. Un aspecto que agradecerán muy especialmente las pieles sensibles.
Protege las células de la piel de los radicales libres (ocasionados por el estrés, la contaminación, los rayos ultravioleta del sol, los cambios bruscos de temperatura...) y, por tanto, del envejecimiento cutáneo.
Tras su vaporización, facilita un perfecto desmaquillado.
También puede ayudarte a fijar el maquillaje, si vaporizas una suave bruma a cierta distancia del rostro y la dejas secar.
Descongestiona el rostro y refuerza la protección natural de la piel.
El agua termal alivia también las rojeces, irritaciones y picores de la piel.
Todas estas son razones más que suficientes para incluirla en tu neceser de belleza. Es más, sus beneficiosos efectos terapéuticos la convierten también en un complemento perfecto para cuidar la piel de toda la familia.
Durante todo el año, pero muy especialmente en verano, es importante hidratar el cuerpo. Las aguas termales son un complemento imprescindible para tu rutina diaria de belleza.
No nos cansaremos de repetirlo, si nuestro organismo necesita agua en cualquier época del año, en verano esta necesidad se hace más acuciante, de ahí la importancia de beber agua en abundancia para evitar la deshidratación. Y de la misma manera que damos de beber al organismo para evitar los efectos nocivos de la deshidratación, deberíamos incluir en nuestra rutina diaria de belleza las aguas termales para cuidar y proteger la delicada piel del rostro. Basta pulverizar sobre la cara limpia, antes de aplicar tu crema cotidiana, esperar unos minutos y secar mediante ligeros toques con un tejido suave para que la piel se refresque e hidrate. Pero ¿qué las hace tan especiales? Pues en primer lugar, al proceder de fuentes termales, este tipo de agua contiene una serie de minerales que cuentan con importantes propiedades naturales. Aunque su nivel de mineralización depende de dónde sea extraída el agua, los minerales más habituales en su composición son el manganeso (con propiedades hidratantes y antioxidantes ), el cobre (anti-inflamatorias y antisépticas), el magnesio (es un potente estimulador de la renovación celular), el zinc (además de regenerante es anti-inflamatorio y antibacteriano), el selenio (tiene cualidades antioxidantes), el calcio (en combinación con el manganeso posee efectos cicatrizantes), el hierro (facilita la oxigenación celular) o el cobre (posee propiedades anti-inflamatorias)... Gracias a estas cualidades el agua termal, que normalmente se comercializa en spray o vaporizador, tiene importantes y beneficiosos efectos sobre la piel:
Además de suavizar y refrescar la piel, es muy recomendable, por ejemplo, tras la depilación o la aplicación de algún tratamiento estético por sus propiedades calmantes. Un aspecto que agradecerán muy especialmente las pieles sensibles.
Protege las células de la piel de los radicales libres (ocasionados por el estrés, la contaminación, los rayos ultravioleta del sol, los cambios bruscos de temperatura...) y, por tanto, del envejecimiento cutáneo.
Tras su vaporización, facilita un perfecto desmaquillado.
También puede ayudarte a fijar el maquillaje, si vaporizas una suave bruma a cierta distancia del rostro y la dejas secar.
Descongestiona el rostro y refuerza la protección natural de la piel.
El agua termal alivia también las rojeces, irritaciones y picores de la piel.
Todas estas son razones más que suficientes para incluirla en tu neceser de belleza. Es más, sus beneficiosos efectos terapéuticos la convierten también en un complemento perfecto para cuidar la piel de toda la familia.
Fuente:
Hola.com
22/07/09
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