lunes, 17 de diciembre de 2007

Cómo alimentarse para trabajar


Menos grasas, comida rápida, café y alcohol, más frutas, pescado y verduras, elegir cuidadosamente el restaurante y el menú, teniendo en cuenta las calorías y comer con calma y después dar un paseo son algunas recomendaciones del “manual de las buenas costumbres alimenticias en el trabajo”.
Evita la obesidad
El estrés laboral, los malos hábitos dietéticos y el sedentarismo favorecido por la tecnificación del trabajo, forman una combinación explosiva para el aparato digestivo y el peso corporal. El resultado son las malas digestiones, la aparición de la obesidad y un peor rendimiento en el trabajo.Estas son algunas de las propuestas de los especialistas para cuidar la nutrición, la digestión y la salud, y ahorrarse el consumo de medicamentos antiácidos, laxantes o pastillas para adelgazar, además de las visitas innecesarias a la farmacia o al médico.
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En el trabajo, eres lo que comes
• Elija el restaurante más saludable. Es preferible un lugar que ofrezca una variedad de platos que pueden ser aptos para su plan de alimentación, así como los establecimientos que dispongan en su menú de alternativas bajas en grasa. Siempre es aconsejable revisar el menú antes de entrar en el restaurante o sentarse a la mesa.• Si se excede, compénselo. Para que la dieta sea equilibrada no tiene que serlo todas y cada una de las comidas, si no las realizadas a lo largo del día. “Los excesos calóricos en las comidas del trabajo pueden compensarse en el hogar, pero para ello hace falta consultar a un médico para conocer bien qué alimentos se necesitan y cuáles se han ingerido”, según el doctor Gregorio Mariscal Bueno, experto en dietética y nutrición.• Elija platos que se digieran bien. Para poder proseguir con normalidad con la jornada laboral después de la comida, hay que optar por alimentos que favorezcan la digestión y eviten la “pesadez estomacal”. Para ello hay que reducir el consumo de grasas y aumentar la ingestión de frutas y verduras, así como productos lácteos.• La alimentación debe adaptarse al tipo de trabajo. Es muy diferente el consumo de energía que efectúa el organismo de una persona que realiza tareas físicas intensas, como un obrero de la construcción, una persona dedicada a la limpieza o un trabajador agropecuario, que el de alguien que trabaja sentado durante muchas horas en una oficina o conduciendo un vehículo. Por eso, conviene acudir al médico endocrinólogo o nutricionista, para que calcule el tipo de alimentación que aporta la cantidad de calorías adecuadas a nuestra actividad, porque si son excesivas se tiende a engordar y si son deficientes se produce la fatiga.


• Una comida laboral equilibrada y saludable. Un menú ideal puede consistir en pasta, una ensalada, un tomate o verdura, como primer plato, seguido de un pescado “blanco” o una carne con poca grasa cocinada a la plancha, además de una pieza de fruta, un yogur o una porción de queso fresco, como postre, según el médico experto en alimentación y trabajo, Juan Goiría. A media mañana, como tentempié es preferible tomar unos frutos secos o una pieza de fruta, y un zumo natural, en lugar de un bocadillo o cualquier otro tipo de comida “rápida”, industrial o “de máquina expendedora”, acompañados de un refresco. • Cuidado con el café y el alcohol. Aunque si se consumen con moderación, estas bebidas pueden formar parte de la alimentación cotidiana, no es aconsejable tomarlas durante la jornada laboral y es preferible dejarlas para otros momentos del día. La cafeína es un poderoso estimulante que favorece el estrés y el nerviosismo, y por tanto la desconcentración, mientras que las bebidas alcohólicas reducen la capacidad de reacción y aumentan la somnolencia, lo cual tampoco es bueno para el buen rendimiento laboral. • Reglas de la “mesa calma”. Coma lentamente, masticando bien, tomándolo en bocados pequeños. Disfrute de cada bocado y del ambiente, conversando y tomando sorbitos de agua. Un truco clave: ¡deje de comer antes de sentirse lleno del todo: no importa si deja comida en el plato!.• Comida, descanso y caminata. La falta de tiempo, el vertiginoso ritmo laboral y el estrés propio del trabajo, favorecen el descontrol alimentario, los malos hábitos dietéticos y la aparición de trastornos metabólicos como la obesidad –a su vez favorecida por el sedentarismo de muchas actividades profesionales- o el adelgazamiento excesivo, así como problemas digestivos: flatulencias, dispepsia, indigestión.Para evitarlos, los médicos recomiendan tomarse el tiempo necesario para comer, elegir bien el menú y tomarse un descanso después de comer. Una buena opción es hacer una caminata, de unos diez minutos, lo cual favorece la digestión, permite “desconectar” de la oficina y alivia el estrés.


Fuente:

Univision.com

17 de Diciembre de 2007



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