martes, 29 de enero de 2008

Coma bien y trabaje mejor


Además de la engrapadora, el teclado y los lapiceros, los buenos nutrientes deberían estar siempre a la mano.
Tanto si se hace labores de oficina como cualquier otro tipo de trabajo, que demande actividad, fuerza física y concentración, la mejor herramienta es un organismo bien alimentado.
El estrés laboral, los malos hábitos de comida y el sedentarismo, propio de la tecnificación del trabajo, forman una combinación que termina provocando obesidad, bajo rendimiento, desgano y padecimientos diversos.
Todo empieza por un desayuno que incluya cereales, leche y frutas. Puede tomar café, pero con moderación y nunca solo. Este es el tiempo de comida más importante, pero si por razones de tiempo no se puede completar, hay que preparar una refacción nutritiva para media mañana.
Para el almuerzo, lo más recomendable es llevar la comida desde la casa, pero si esto no es posible, debería averiguarse si los establecimientos frecuentados disponen de alternativas bajas en grasa.
Si uno se excede, hay que compensarlo. Para que la dieta sea equilibrada no tienen que estar todos los grupos alimenticios en todas las comidas, pero sí en las realizadas a lo largo del día. “Los excesos calóricos en las comidas del trabajo pueden compensarse en el hogar, pero para ello hace falta consultar a un médico para conocer bien qué alimentos se necesitan y cuáles se han ingerido”, según el doctor Gregorio Mariscal, experto en dietética y nutrición.
Para poder proseguir con normalidad con la jornada laboral después de la comida, hay que optar por alimentos que favorezcan la digestión y eviten la “pesadez estomacal”. Ello significa reducir el consumo de grasas y aumentar la ingestión de frutas y verduras, así como productos lácteos.
La alimentación debe adaptarse al tipo de trabajo. Es muy diferente el consumo de energía que efectúa el organismo de una persona que realiza tareas físicas intensas, como un obrero de la construcción, una persona dedicada a la limpieza o un trabajador agropecuario, que el de alguien que trabaja sentado durante muchas horas en una oficina o conduciendo un vehículo. Por eso, conviene acudir al médico nutricionista, para que calcule el tipo de alimentación que aporta la cantidad de calorías adecuadas a nuestra actividad, porque si son excesivas se tiende a engordar y si son deficientes se produce la fatiga.
Un menú ideal
Aunque no se puede generalizar, podría decirse que un buen almuerzo podría consistir en algo de pasta, una ensalada y un tomate o verdura, como primer plato, seguido de un pescado “blanco” o una carne con poca grasa cocinada a la plancha.
Otra buena opción puede ser un emparedado de pan integral, con tomate, queso, algún jamón de pavo, aderezado con aceite de oliva.
A media mañana o a media tarde, como merienda es preferible tomar unos frutos secos o una pieza de fruta, y un zumo natural, en lugar de un bocadillo o cualquier otro tipo de comida “rápida”, industrial o “de máquina expendedora”.
¡Cuidado con el café!
La cafeína es un poderoso estimulante que favorece el estrés y el nerviosismo, y por tanto la desconcentración, mientras que las bebidas alcohólicas pueden reducir la capacidad de reacción y aumentan la somnolencia, lo cual tampoco es bueno para el buen rendimiento laboral.
A la hora de comer se debe hacerlo despacio, masticando bien, tomando bocados pequeños. Lo mejor es acompañarlo con un vaso de agua pura y poner en práctica un truco clave: ¡dejar de comer antes de sentirse lleno del todo: no importa si queda algo de comida en el plato!
Finalmente, si es posible realizar una caminata de 10 minutos antes de volver al trabajo, hay que hacerlo pues ello favorece una buena digestión.


Fuente:

Prensa Libre

29 de Enero de 2008



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