Por Carmen Teresa Cendán Brown
En los últimos tiempos el orégano ha clasificado como ninguna otra planta a nivel laboratorio.
Han corroborado ya sus cualidades beneficiosas para la salud y, en especial, las relacionadas con la protección contra el cáncer.
El estudio de las propiedades anticancerígenos de algunas plantas atrae a investigadores de diversos círculos por los estragos que ha causado en el organismo humano la medicina industrial, cada vez más agresiva en cuanto a sus efectos secundarios.
La vuelta a lo natural no la asuma entonces como una ola esnobista o una alternativa más, sino como una necesidad vital. Figúrese usted cuál sería el asombro de los especialistas al hallar a estas alturas elementos antioxidantes en una planta tan usada y antigua como el orégano.
Dicen que hasta 20 veces más que en otras plantas. Y mucho más en la forma de aceite.
Que una planta tan difundida como el orégano posea estas cualidades no dude en recibirlo como una buena noticia. Le reconocen más poderes anticancerígenos que el ajo. Posee cantidades más abundantes de antioxidante que las frutas y los vegetales. Supera en 42 veces a la manzana, en 30 a las papas y en 12 a las naranjas
Los compuestos antioxidantes poseen la cualidad de neutralizar los radicales libres producidos en la mayor parte de las células corporales como subproducto del metabolismo.
Fragmentos de moléculas muy reactivas, independientes, en consecuencia de vida media o muy corta, causantes de lesiones en los tejidos, lo cual hace más proclive a cualquiera a la aparición de un cáncer en un cuerpo, si está expuesto a sustancias tan nocivas como insecticidas, pesticidas, humo, gases.
Primeramente los antioxidantes remueven a los radicales libres y los quitan del lugar, al potenciar las vitaminas liposolubles como la A, D, E y K.
En los últimos tiempos el orégano ha clasificado como ninguna otra planta a nivel laboratorio.
Han corroborado ya sus cualidades beneficiosas para la salud y, en especial, las relacionadas con la protección contra el cáncer.
El estudio de las propiedades anticancerígenos de algunas plantas atrae a investigadores de diversos círculos por los estragos que ha causado en el organismo humano la medicina industrial, cada vez más agresiva en cuanto a sus efectos secundarios.
La vuelta a lo natural no la asuma entonces como una ola esnobista o una alternativa más, sino como una necesidad vital. Figúrese usted cuál sería el asombro de los especialistas al hallar a estas alturas elementos antioxidantes en una planta tan usada y antigua como el orégano.
Dicen que hasta 20 veces más que en otras plantas. Y mucho más en la forma de aceite.
Que una planta tan difundida como el orégano posea estas cualidades no dude en recibirlo como una buena noticia. Le reconocen más poderes anticancerígenos que el ajo. Posee cantidades más abundantes de antioxidante que las frutas y los vegetales. Supera en 42 veces a la manzana, en 30 a las papas y en 12 a las naranjas
Los compuestos antioxidantes poseen la cualidad de neutralizar los radicales libres producidos en la mayor parte de las células corporales como subproducto del metabolismo.
Fragmentos de moléculas muy reactivas, independientes, en consecuencia de vida media o muy corta, causantes de lesiones en los tejidos, lo cual hace más proclive a cualquiera a la aparición de un cáncer en un cuerpo, si está expuesto a sustancias tan nocivas como insecticidas, pesticidas, humo, gases.
Primeramente los antioxidantes remueven a los radicales libres y los quitan del lugar, al potenciar las vitaminas liposolubles como la A, D, E y K.
El orégano silvestre contiene altos niveles de calcio, potasio, zinc, hierro, magnesio, boro, cobre. También contiene vitaminas C y A y niacina.
Por eso el aceite de orégano resulta tan efectivo para tratar afecciones internas y externas.
De esta manera no solo ayudan a prevenir el cáncer, sino las enfermedades coronarias y otras malezas, tales como: candidiasis, indigestiones, tensión nerviosa, diarreas, picaduras de insectos, dolor de oídos, dolor de muelas, reumatismo y bronquitis.
La ciencia aconseja que algunas de estas yerbas deberíamos considerarlas como vegetales regulares, y usarlas más para dar sabor a los alimentos en lugar de la sal o químicos artificiales.
Pero si el orégano no le agrada, le recomendamos otras yerbas que en cuanto a la presencia de antioxidante le pisan los talones a esta planta, tales como: perejil, eneldo, tomillo, romero y menta.