Los padres pueden ayudar en los estudios de sus hijos de una forma insospechada: sirviéndoles por la mañana, antes de ir al colegio, una primera comida equilibrada y completa que incluya productos de los diferentes grupos alimenticios
Esta primera ingesta del día debe incluir alimentos lácteos, como la leche, el yogur o algún queso, e hidratos de carbono, a través de una ración de cereales o de pan. También debe contener alguna pieza de fruta o un vaso de jugo, así como un aporte mínimo de grasa, por medio de la margarina o el aceite de oliva.
Son los requisitos de un buen desayuno, según diversos expertos que subrayan la importancia de la primera comida del día para mantener una alimentación sana y que garantice un buen rendimiento a lo largo de toda la jornada.
No obstante hay numerosos motivos que llevan a los niños a consumir un desayuno poco apropiado, desde la falta de apetito, el aburrimiento, el sueño o la rutina, hasta una serie conductas familiares poco saludables.
"Es fundamental que los niños desayunen en casa o la escuela, y vayan adquiriendo un hábito igual que la siesta o el aseo", señala la pedagoga y profesora de educación infantil Marta Rufo.
"Aquellos niños que no desayunan se manifiestan en el colegio más cansados, con sueño y dificultades para mantener la atención. Además, desde que se levantan, algunos de ellos muy temprano, hasta que comen al mediodía, pasan muchas horas con un desgaste importante de energía", señala Rufo.
Varios estudios en diferentes países indican que la omisión del desayuno interfiere en la función cognitiva, es decir relativa al conocimiento, empeorando el rendimiento escolar del alumno.
Para la catedrática de Nutrición Ana Requejo, "desde el Grupo de Investigación de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid (España) hemos comprobado, a través de diversos estudios, que la calidad del desayuno afecta al nivel de atención del alumno a lo largo de la mañana".
LOS PERJUICIOS DEL AYUNOEn general, en un lapso de 12 horas, el espacio de tiempo en el que los niños carecen de un suplemento externo de energía y nutrientes se sitúa entre la cena y el desayuno de la mañana siguiente.
Cuando el ayuno se prolonga con la omisión del desayuno, el descenso gradual de los niveles de insulina y glucosa -entre otros cambios metabólicos puede originar una fatiga que interfiere en los diferentes aspectos de la función cognitiva del niño, como la atención o la memoria.
Si este ayuno se produce con demasiada frecuencia, los cambios metabólicos pueden pasar a ser frecuentes, lo que provocaría unos efectos acumulativos adversos en el organismo que pondrían en peligro el progreso escolar del niño.
"Omitir el desayuno puede afectar a los niños en su actividad diaria, mientras que la ingesta de un desayuno con contenido calórico y nutricional adecuado desemboca en un mejor rendimiento escolar en los estudiantes", según Requejo, que asegura que si se consigue crear un hábito alimentario en los niños se los beneficia para toda la vida.
Desde hace años son claros los beneficios que aportan al cerebro distintos componentes y nutrientes presentes en las comidas. Se sabe que ácidos grasos polinsaturados EPA y el DHA, perteneciente a la familia de los omega 3 y que se encuentran fundamentalmente en la grasa del pescado azul (atún, sardinas, salmón), son necesarios para el cerebro.
También es vital para la función cerebral el ácido graso ALA, presente en aceites de semillas como la linaza, la soya y los frutos secos, así como las vitaminas B1, B6, B12 y folatos, esenciales para la comunicación neuronal.
Según Ana Requejo, "estos micronutrientes beneficiosos para el cerebro, los cuales no se producen en el organismo, sino que hay que aportárselos con los alimentos, deben estar presentes en la dieta de nuestros hijos para conseguir un estado nutricional bueno y un mejor rendimiento físico e intelectual". Reportajes Efe