Pocas personas conocen los problemas dermatológicos que ocasiona el consumo activo o pasivo del humo del tabaco.Aparte de los daños que causa en los órganos internos, como el corazón y los pulmones, el tabaquismo tiene efectos en la piel que se acentúan con el sol. Ya se han realizado varios estudios científicos al respecto. Incluso se ha llegado a definir el rostro del fumador. En diez años de consumo se puede identificar al fumador solo por un examen facial, pues muestra arrugas marcadas, el rostro demacrado, apariencia grisácea y manchas de tono púrpura.Además de las inclemencias cada vez más fuertes del sol, el adicto al tabaco sufre otras consecuencias. El humo del tabaco le produce sequedad en la piel, pues reduce el flujo sanguíneo que normalmente llega a ésta. Por ello, disminuye el oxígeno de la piel y los nutrientes esenciales que la hidratan.Por causa de la nicotina, la piel de los dedos se convierte en amarilla. Se trata de un efecto denominado discromía, y se presenta en los fumadores habituales. El consumo de tabaco también favorece la dermatitis de contacto y varios tipos de urticaria.
Fuente:
BWN
14/08/09
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