La forma indica más que el fondo. Un excesivo perímetro en la cintura apunta a una mala salud más aún que el sobrepeso, según acaban de publicar en la prestigiosa revista «New England Journal of Medicine» científicos ingleses y alemanes. Y es que los michelines que se forman por el exceso de grasa pueden duplicar el riesgo de morir prematuramente o, al menos, servir de índice de ese riesgo. Medirse tanto la cintura como la cadera puede ser un importante indicador de salud. El estudio se ha realizado con casi 360.000 personas en nueve países europeos. Ha permitido descubrir que la medida de la cintura es un poderoso indicador del riesgo de muerte prematura, aunque el peso del individuo sea normal. En efecto, los científicos descubrieron que por cada 5 centímetros de grasa adicional en la cintura, aumenta en un 13 por ciento en las mujeres y en un 17 por ciento en los hombres el riesgo de muerte prematura. Asimismo, los expertos afirman que esos resultados ofrecen más evidencias de que almacenar grasa en exceso alrededor de la cintura es un riesgo importante para la salud, incluso cuando no se consideren casos de personas obesas o con evidente sobrepeso. Visto de otra forma, una manera barata y sencilla de analizar la salud de un individuo es que los médicos de familia midan regularmente la cintura y la cadera de sus pacientes, señalan los investigadores británicos. Desde hace tiempo, se conoce el vínculo entre la grasa en la cintura y los problemas de salud. La buena noticia es que usted no necesitará realizar pruebas costosas para analizar este aspecto de su salud, porque, sencillamente, no cuesta nada medirse la cadera y la cintura. Como señalan los expertos, este nuevo estudio ofrece a los científicos un panorama más preciso del problema. La investigación, llevada a cabo en el Colegio Imperial de Londres, el Instituto Alemán de Nutrición Humana y otras instituciones europeas, involucró a 359.387 pacientes, mujeres y hombres, cuya edad promedio era de 51 años. Se realizó un riguroso registro de su salud durante casi 10 años y al final de ese período de control se comprobó que habían muerto 15.000 participantes. Los científicos compararon el índice de masa corporal (IMC) de los sujetos, ya que es la medida estándar de la obesidad. Descubrieron que en las personas con el mismo IMC, el riesgo de muerte prematura aumentaba a medida que se incrementaba la circunferencia de la cintura. Los resultados mostraron que la gente que tiene una cintura grande -de más de 120 centímetros en los hombres y de 100 centímetros en las mujeres- tiene el doble de riesgo de morir prematuramente, en comparación con el de los participantes en el ensayo que tenían cinturas pequeñas, de menos de 80 centímetros en los hombres y de 65 centímetros en el caso de las mujeres. «Nos sorprendió mucho descubrir que el tamaño de la cintura tenía un efecto tan poderoso en la salud de la gente y su muerte prematura» -afirmó el profesor Elio Riboli, investigador del Colegio Imperial de Londres-. «No hay muchas otras características individuales simples que puedan incrementar tanto como ésta el riesgo de una persona de morir de forma prematura». De ahí se deduce la tesis central del estudio, y es que, aunque tenga un peso normal, si la persona en cuestión cuenta con una cintura gruesa, tiene más riesgo de morir prematuramente. Diversos estudios en los últimos años han demostrado que las personas que muestran una lectura alta de IMC tienen más riesgo de morir de enfermedades cardiovasculares y cáncer. Sin embargo, y en el lado positivo, el nuevo estudio demostró que la llamada «proporción cintura a cadera», un número que resulta al dividir el tamaño de la cintura entre la medida de la cadera, también es un importante indicador de salud. El estudio mostró que las personas que tenían un IMC totalmente normal, pero una cintura más grande que el promedio, mostraban un riesgo significativamente más alto de muerte prematura. La razón de este estrecho vínculo entre el riesgo de mortalidad y el almacenamiento de grasa en la cintura no está, de todos modos, suficientemente aclarada. Otro de los investigadores, el doctor Tobias Pischon, del Instituto Alemán de Nutrición Humana, cree que podría deberse a que la grasa abdominal es distinta de otras reservas adiposas y puede influir directamente en el desarrollo de enfermedades crónicas liberando «sustancias mensajeras». Los científicos consideran que los tejidos adiposos en esta zona corporal, en el contorno del abdomen, secretan determinadas citoquinas, hormonas y compuestos metabólicamente activos que pueden contribuir al desarrollo de algunas enfermedades, como las cardiovasculares y el cáncer. Como señala el doctor Riboli, «la buena noticia es que usted no necesita llevarse a cabo pruebas costosas para analizar este aspecto de su salud, porque no cuesta nada medirse la cadera y la cintura».Oviedo El índice de masa corporal (IMC) es un método simple y ampliamente usado para estimar la proporción de grasa corporal de una persona. El IMC, que goza de gran popularidad, además de su dimensión científica, fue desarrollado por el estadístico y antropometrista belga Adolphe Quetelet. Se calcula con facilidad dividiendo el peso del sujeto en cuestión, en kilogramos, entre el cuadrado de su altura, en metros. Por lo tanto, se expresa en kilogramos por metro al cuadrado. La actual definición comúnmente en uso establece los siguientes valores, acordados en el año 1997 y publicados en 2000, en forma de tabla indicativa: -Un IMC de menos de 18,5 se considera por debajo del peso normal. -Un IMC situado entre 18,5 y 24,9 corresponde a un peso normal y con un peso dentro de lo que se considera saludable. -Un IMC entre 25,0 y 29,9 indica un claro sobrepeso. -Un IMC entre 30,0 y 39,9 corresponde a lo que se considera obesidad. -Un IMC de 40,0 o mayor es lo propio de una obesidad severa o mórbida. -Un IMC de 35,0 o más, con la presencia de al menos otro factor de morbilidad significativa es también clasificado por algunos especialistas como índice de obesidad mórbida. En un marco clínico, los médicos toman en cuenta la raza, la etnia, la masa magra o musculatura, la edad, el sexo y otros factores que pueden modular la interpretación del índice de masa corporal. En cualquier caso, el IMC sobreestima la grasa corporal en personas muy musculosas, y puede ser subestimada en personas que han perdido masa corporal, como es el caso de muchos ancianos. La obesidad leve, tal como se define según el IMC, no es un factor de riesgo cardiovascular, y, por lo tanto, no puede ser usado como un único predictor clínico y epidemiológico de la salud cardiovascular. Las causas de la obesidad son múltiples e incluyen factores tales como la herencia genética; el comportamiento del sistema nervioso, endocrino y metabólico, y el tipo o estilo de vida que se lleve. En ese núcleo multifactorial destacan una mayor ingesta de calorías de las que el cuerpo necesita y una menor actividad física de la que el cuerpo precisa. En el caso de que se ingiera una mayor cantidad de energía de la necesaria, se acumula en forma de grasa. Si se consume más energía de la necesaria, se utiliza la grasa como energía. La obesidad se produce por exceso de energía, como resultado de las alteraciones en el equilibrio de entrada y salida de la misma. Consecuentemente, se pueden producir diversas complicaciones o patologías, como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y las enfermedades coronarias. La herencia tiene, asimismo, un papel importante. De padres obesos, el riesgo de sufrir obesidad para un niño es diez veces superior a lo normal. En parte, es debido a las tendencias metabólicas de acumulación de grasa, pero también se debe a los hábitos culturales de tipo alimentario o sedentario, que contribuyen a repetir los patrones de obesidad de los padres a los hijos.
Fuente:
La Nueva España
19 de Noviembre de 2008
No olvides visitar