viernes, 12 de septiembre de 2008

¿SECRETOS DE BELLEZA? ¡BELLEZA SIN SECRETOS!



El primer imperativo es la pulcritud. Toma tu baño diario por la mañana, a modo de preparación para la jornada, o por la noche, con el fin de eliminar del cuerpo los restos de transpiración, de polvo…, así como para disponerte a un sueño reparador. ¿El agua? A la temperatura que prefieras, o que mejor te siente: fría, estimula, tonifica; tibia, calma, reposa; caliente, relaja los músculos…pero, ¡cuidado! Porque también distiende los tejidos.

Por la mañana, y sobre todo, por la noche, limpia tu rostro, si es posible con un desmaquillante. Aplícala con la yema de los dedos, mediante movimientos rotatorios que estimulen la musculatura facial, y retírala con algodón o papel sanitario. Tonifica con una loción (astringente, para el cutis graso; refrescante, para el normal o seco). Cada cierto tiempo, una vez a la semana, para la piel grasa; una cada quince días, para la normal, limpie a profundidad, por medio de vaporizaciones. Es recomendable que le añadas al agua una decocción de tilo o manzanilla.

Después de la vaporización, sobre un rostro perfectamente limpio, una máscara atenúa de momento las arrugas, afina el grano de la epidermis, descongestiona y purifica. Prepárala con yema de huevo, si tu piel es normal o seca; con miel, si es normal; con clara de huevo, si es grasa; con frutas, para cualquier tipo de cutis, siempre que se presente deshidratado.

El sueño es un aliado fiel de tu organismo. Para que este período de recuperación resulte verdaderamente efectivo, duerme lo suficiente. Contribuyen con este objetivo: una cama cómoda, con un colchón firme, ropa limpia (ligera o abrigadora, según la estación); la supresión de la almohada ayuda a obtener una buena postura y evita dolores de espalda. A la hora de dormir también resulta importante la temperatura de la habitación y atenuar los ruidos provenientes de la calle. La duración ideal del sueño está entre 6 y 8 horas.

La frescura del cutis depende de un estado de salud satisfactorio. Si los cuidados locales no son suficientes para mejorarlo, hace falta encontrar (con la ayuda del médico, claro), las causas. Sólo así se podrás atacar de frente al verdadero responsable de una tez empañada, borrosa, granulosa, o con huellas de la temible cuperosis.


Fuente:

Mujeres

12 de Septiembre de 2008



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