lunes, 29 de septiembre de 2008

Conoce la desventaja de comer antes de dormir


Las comidas nocturnas pueden arruinar nuestra definiciónDurante el día, cuando estamos activos, quemamos más deprisa y completamente las calorías.
Por la noche, cuando nuestra conducta es más sedentaria, las calorías se queman con más lentitud, dejando gran parte de ellas sujetas al destino de convertirse en parte de nuestros depósitos de grasa corporal.
Aparte de hacer que ganemos peso, las comidas nocturnas pueden ser síntoma de otros problemas, como ansiedad o auténticas deficiencias nutritivas.
Durante el sueño, las defensas psicológicas bajan y nos dejan a merced de la ansiedad, que puede llegar a despertarnos.
O quizá, no hemos comido suficientes carbohidratos durante el día, lo que hace que suene nuestro timbre interno.
La ciencia de la nutrición ha identificado tres tipos de comedores nocturnos, todos con conductas individualizadas en términos de apetito, tiempo de despertarse y estrategias para superar sus fallos.
Estan destinados a tener problemas con la dieta, si tomas cosas mientras ves la televisión, consues los restos de la cena o echas una ojeada al refrigerador antes de ir a la cama.
Nuestro primer tipo de comedor nocturno:
El que «pica» después de cenar, continúa comiendo tras de haber terminado con los postres.
Suele ser la clase de persona que opina que ha comido poco durante el día y debe completar su ración por la noche.
Si sientes la necesidad imperiosa de comer, toma algunos carbohidratos como las frutas, cereales sin azúcar o patatas cocidas.
Para evitaros las comidas tardías, limpiar la mesa nada más cenar.
Beber con lentitud té o café caliente mientras se mastica una galleta dura baja en calorías puede ayudar a distraer el apetito y evitarnos el negativo vicio de «picar».
¡Porque los carbohidratos inducen también al sueño!
El cuerpo activo necesita alimentos durante el día, cuando el metabolismo quema las calorías con más eficiencia.
Una investigación de 200 a 300 calorías cada unas cuantas horas mantiene elevados los niveles energéticos y regula el azúcar sanguíneo.
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Si nos alimentamos escasamente durante el día, el cuerpo tardará de compensarlo comiendo más por la noche, cuando el metabolismo se hace más lento.
El resultado: aumento de grasa.
El plan más adecuado es tomar desayuno, comida y cena, lo que distribuye más equilibradamente las calorías diarias y mantiene alto nuestro rendimiento.
Si nos cuesta trabajo tomar el desayuno, es posible que comamos más por la noche.
Las horas inmediatamente posteriores a la cena son peligrosas para la segunda categoría de comedores nocturnos.
Aún no se sienten llenos, pero todavía no están dispuestos para irse a la cama.
No es accidental que se decidan por los dulces. Los carbohidratos de cualquier clase estimulan la producción de seretonina, un producto químico cerebral, que induce al sueño, especialmente a la hora de dormir.
Nuestro tercer tipo de comedor nocturno:
Es el que se despierta a la una o dos horas de haberse dormido para dirigirse al refrigerador. Este es el momento más inadecuado para comer.
Las preocupaciones tienden a surgir cuando nos dormimos, haciendo que nos despertemos.
La comida es un relajante rápido, pero ese tipo de comida nocturna provoca más ansiedad de comer porque en esos momentos estamos semi-inconscientes y preocupados.
El agua helada, deglutida lentamente, puede satisfacer los falsos deseos de comer. Mucha gente confunde todavía el hambre con la sed.
El entrenamiento duro puede hacer que nos despertemos por la noche.
Una razón legítima podría ser la necesidad de carbohidratos. Puede que no hayamos tomado bastantes durante el día.


Fuente:

El Mañana

29 de Septiembre de 2008



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