Roberto Pérez Betancourt, colaborador de la AIN
Las neuronas, maravillosas células cerebrales que permiten las prodigiosas facultades de pensar y recordar, también necesitan ejercicios cotidianos para mantenerse en forma y expresar el potencial de inteligencia y capacidad de obrar.
Igual que músculos, articulaciones, venas, arterias, o cualquier otro componente de la anatomía humana, el sistema nervioso necesita ir cada día al "gimnasio casero de la voluntad" para entrenar, con mayor puntualidad y constancia en la medida en que el individuo añade años a su vida y desea que la calidad de esta, lejos de menguar, se acreciente.
Contrario a lo que algunos puedan creer, las personas de edad avanzada no son las únicas expuestas a dificultades con la memoria.
También las más jóvenes suelen quejarse de no recordar temas de estudio, ni dónde dejaron objetos; olvidan direcciones, números telefónicos, nombres, y sucesos.
Como sucede con enfermedades o problemas funcionales, las causas de la mala memoria generalmente son multifactoriales.
Pero son los factores subjetivos, dependientes de la voluntad humana, los que más intervienen en la calidad de la memoria a cualquier edad, tales como hábitos incorrectos, falta de información o mecanismos psicológicos de defensa que cierran la razón al conocimiento.
Entre estos últimos están los gustos alimentarios, que impiden una nutrición adecuada; vicios como la drogadicción, incluido el alcoholismo y el tabaquismo; sedentarismo físico y mental; estrés prolongado y trastornos del sueño por causas controlables, problemas que propician diversas enfermedades.
Cuando la persona se sienta frente a una hoja de papel y anota uno a uno los asuntos que identifica entre la lista enunciada, se da cuenta de cuánto podría ella misma aportar en beneficio de su memoria y de su calidad integral de vida.
De pronto descubre que las neuronas tienen que ir diariamente al gimnasio donde el principal "aparato restaurador" es fijar la atención, que no depende de electricidad, porque se alimenta con energía de voluntad.
''El estrés influye en las lagunas de memoria porque afecta la capacidad de procesamiento, al impedir que la mente efectúe un análisis más rico para reconstruir una actividad mental determinada'', señala el psicólogo norteamericano Robert Wilson, de Chicago.
La retentiva también flaquea por el actual bombardeo de datos a que nos vemos sometidos a diario, pues disipa la atención y hace que usemos menos la capacidad de recordar porque desconfiamos de ella, según el neurólogo Henri Rubinstein.
Entre las recomendaciones elementales que la persona puede seguir para reforzar su memoria está la necesidad de establecer un lugar específico para dejar objetos cotidianos, como llaves de cerraduras, espejuelos, carteras o agendas.
La concentración y la memoria se ejercitan prestando atención consciente a cada uno de los actos propios, lo que conlleva desterrar apresuramientos que a la larga inducen a cometer errores e impiden fijar lo que se hace.
Memorizar titulares de noticias, la forma en que van vestidas las personas que observamos y localizar la procedencia de los ruidos, contribuyen a activar las conexiones ínter neuronales.
Una vida intelectualmente activa consiste en dedicar más tiempo a leer en lugar de mirar televisión, participar en eventos sociales, estudiar nuevos temas de interés sin reparar en la edad que se tenga y concentrarse en lo que se está haciendo sin permitir que otros pensamientos bloqueen esa atención.
Existen otras prácticas que también contribuyen a vigorizar la memoria a cualquier edad, pero ninguna superará a la universal: concentrarse en los detalles de lo que se está haciendo en cada momento.
Fuente:
Adelante Digital
2 de Agosto de 2007
http://www.adelante.cu/noticias/27/8/2/salud.Neuronas.php
No olvides visitar,
http://www.tempodirelax.com.mx/
Las neuronas, maravillosas células cerebrales que permiten las prodigiosas facultades de pensar y recordar, también necesitan ejercicios cotidianos para mantenerse en forma y expresar el potencial de inteligencia y capacidad de obrar.
Igual que músculos, articulaciones, venas, arterias, o cualquier otro componente de la anatomía humana, el sistema nervioso necesita ir cada día al "gimnasio casero de la voluntad" para entrenar, con mayor puntualidad y constancia en la medida en que el individuo añade años a su vida y desea que la calidad de esta, lejos de menguar, se acreciente.
Contrario a lo que algunos puedan creer, las personas de edad avanzada no son las únicas expuestas a dificultades con la memoria.
También las más jóvenes suelen quejarse de no recordar temas de estudio, ni dónde dejaron objetos; olvidan direcciones, números telefónicos, nombres, y sucesos.
Como sucede con enfermedades o problemas funcionales, las causas de la mala memoria generalmente son multifactoriales.
Pero son los factores subjetivos, dependientes de la voluntad humana, los que más intervienen en la calidad de la memoria a cualquier edad, tales como hábitos incorrectos, falta de información o mecanismos psicológicos de defensa que cierran la razón al conocimiento.
Entre estos últimos están los gustos alimentarios, que impiden una nutrición adecuada; vicios como la drogadicción, incluido el alcoholismo y el tabaquismo; sedentarismo físico y mental; estrés prolongado y trastornos del sueño por causas controlables, problemas que propician diversas enfermedades.
Cuando la persona se sienta frente a una hoja de papel y anota uno a uno los asuntos que identifica entre la lista enunciada, se da cuenta de cuánto podría ella misma aportar en beneficio de su memoria y de su calidad integral de vida.
De pronto descubre que las neuronas tienen que ir diariamente al gimnasio donde el principal "aparato restaurador" es fijar la atención, que no depende de electricidad, porque se alimenta con energía de voluntad.
''El estrés influye en las lagunas de memoria porque afecta la capacidad de procesamiento, al impedir que la mente efectúe un análisis más rico para reconstruir una actividad mental determinada'', señala el psicólogo norteamericano Robert Wilson, de Chicago.
La retentiva también flaquea por el actual bombardeo de datos a que nos vemos sometidos a diario, pues disipa la atención y hace que usemos menos la capacidad de recordar porque desconfiamos de ella, según el neurólogo Henri Rubinstein.
Entre las recomendaciones elementales que la persona puede seguir para reforzar su memoria está la necesidad de establecer un lugar específico para dejar objetos cotidianos, como llaves de cerraduras, espejuelos, carteras o agendas.
La concentración y la memoria se ejercitan prestando atención consciente a cada uno de los actos propios, lo que conlleva desterrar apresuramientos que a la larga inducen a cometer errores e impiden fijar lo que se hace.
Memorizar titulares de noticias, la forma en que van vestidas las personas que observamos y localizar la procedencia de los ruidos, contribuyen a activar las conexiones ínter neuronales.
Una vida intelectualmente activa consiste en dedicar más tiempo a leer en lugar de mirar televisión, participar en eventos sociales, estudiar nuevos temas de interés sin reparar en la edad que se tenga y concentrarse en lo que se está haciendo sin permitir que otros pensamientos bloqueen esa atención.
Existen otras prácticas que también contribuyen a vigorizar la memoria a cualquier edad, pero ninguna superará a la universal: concentrarse en los detalles de lo que se está haciendo en cada momento.
Fuente:
Adelante Digital
2 de Agosto de 2007
http://www.adelante.cu/noticias/27/8/2/salud.Neuronas.php
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