jueves, 2 de agosto de 2007

El estudio científico de la felicidad



Carmelo Vázquez catedrático de Psicopatología: «Podemos controlar el 50 por ciento de nuestro bienestar»


Por Eduardo Laporte


La conquista de la felicidad no es sólo el título de la obra más famosa de Bertrand Russell, sino

una meta que gana adeptos en la sociedad del bienestar, una vez logrados ciertos niveles de estabilidad. Los libros que tratan el tema figuran entre los más vendidos gracias a una visión cada vez más certera de las claves del «bienestar subjetivo». Así llaman a ese momento dulce del ánimo especialistas como Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología, director del curso El estudio científico de la felicidad y las fortalezas humanas y firme defensor del ‘menos es más’.
El estudio de la felicidad desde posiciones científicas es hoy una realidad firme. ¿No llega un poco tarde la investigación de algo tan fundamental para el ser humano?Llega en el momento en el que tiene que llegar. El estudio de la felicidad, la reflexión sobre la felicidad, llega desde aquellos primeros sabios griegos, hace 2.500 años. Es una disciplina de la filosofía que ha estado siempre presente, y que en la ciencia empieza a incidir a partir de los años 70 y 80. En el momento en el que estamos, sobre todo en Occidente, con estados de prosperidad, con el control de las grandes causas de mortalidad infecciosas y con una serie de elementos económicos y de mejora de la salud, es posible que podamos preocuparnos no ya del control de las enfermedades o el sufrimiento, sino pensar ya en términos de calidad de vida y en las mejoras de las condiciones de vida.

Gonzalo Hervás, Carmelo Vázquez, Pablo Fernández-Berrocal¿Por qué flancos se aborda la felicidad, desde el punto de vista científico?Más allá de los ensayos filosóficos, empieza a haber una preocupación por parte de sociólogos o economistas, como es el caso de Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002, que ha llevado a cabo diversos estudios sobre el bienestar y la medida de la felicidad.
Sociología, economía… ¿Y la psiquiatría?La psiquiatría, como ella misma se autodefine, se ocupa del estudio de la enfermedad y lo que queremos precisamente es escapar de la enfermedad. Está claro que hay que ocuparse de ella, pero a quienes tratamos el estudio de la felicidad lo que nos interesa es saber cuáles son las condiciones que generan la buena vida y qué instituciones: la universidad, la escuela, la empresa..., promueven la felicidad o el bienestar de sus integrantes.Usted ha hablado de las claves de la buena vida. ¿Me puede dar algunas?Una de ellas es elegir unos buenos padres. Es decir, parte de todo esto está relacionado con los genes, pero parte también con lo que llamamos actividades voluntarias, con todo lo que tiene que ver con las relaciones sociales. La felicidad no está ligada a la inteligencia, tampoco al dinero, no está ligada ni siquiera a los estados de salud. Está relacionada con la percepción de la realidad, con estar abierto socialmente hacia los demás. De hecho, las personas extrovertidas son más felices que las introvertidas.
¿A pesar de que quizá las personas introvertidas gocen de un mundo interior más rico y complejo?Eso es un pequeño mito. El bienestar no tiene mucho que ver con la riqueza interior; las personas extrovertidas pueden tener la misma riqueza. Uno puede tener una vida interior extraordinariamente rica y ser extraordinariamente extrovertido, y tener una vida extraordinariamente pobre y ser un perfecto introvertido.
¿Qué aspectos de la felicidad podemos controlar? Las personas con niveles altos de serotonina son simplemente más felices, hagan lo que hagan…Se han hecho estudios sobre el componente genético que puede tener el bienestar en la felicidad humana; un término, por cierto, el de felicidad, que no nos gusta mucho emplear, por ser un tanto filosófico, ambiguo. Preferimos el término de ‘bienestar subjetivo’ del que conocemos mejor sus componentes. Sin embargo, no sabemos qué factores juegan exactamente, qué papel desempeña el componente bio biológico, o el genético, pero sospechamos que puede ser aproximadamente de un 40 o 50% de la felicidad humana, así que podemos controlar ese 50% del bienestar. El temperamento viene dado desde pequeñito y la reactividad ante cuestiones importantes depende mucho de la genética. También la sensibilidad a la recompensa y la sensibilidad al castigo son cuestiones clave y que están predeterminadas.
Una vida activa, alejada de la ociosidad, es básica, dicen los expertos..La vida activa, el ejercicio, buscar la compañía… Es mejor hacer gimnasia o actividades deportivas con otros que solo. Hay aspectos que se han ido descubriendo empíricamente como, por ejemplo, el agradecimiento. Hoy sabemos que es muy importante para conseguir el bienestar el agradecimiento a los demás, pero también a las propias condiciones de vida. Ser capaz de disfrutar de las cosas, dentro de una vida activa y social, es básico.
¿Existen termómetros para la felicidad? ¿Es posible no detectar si se es feliz o no?Es un problema frecuente. Gente que tiene en apariencia buenas condiciones de vida, una familia que le quiere, una situación económica razonable, una situación personal cómoda y que, sin embargo, no acaba de sentirse feliz, no acaba de arrancar. La propia educación sentimental, que deberían enseñarnos a todos en la escuela, es ayudarnos a reconocer nuestras propias emociones, y leer de modo adecuado los distintos estados emocionales que tenemos. A veces, la gente pone etiquetas incorrectas a sus experiencias…
La tristeza parece que se nota más que la felicidad…Sí. De hecho, una de las razones por las que la felicidad no se ha estudiado en el ámbito de la ciencia es porque las emociones negativas son mucho más fácilmente identificables. Darwin estudió las emociones negativas porque vio que había componentes expresivos: el animal abre las fauces, enseña los dientes… La felicidad, al sentirse uno bien, no suele tener elementos tan expresivos, no es tan fácil identificarla, es parte de un aprendizaje, de una sensibilidad.
Dijo Goethe que tras la limitación se llega a la felicidad.Los norteamericanos hablan de la cinta de correr hedónica. Es lo siguiente: en nuestra sociedad estamos sumidos en una cinta de correr en la que cada vez corremos más, pero no avanzamos. Corres, corres, para conseguir más cosas, más dinero, una casa mejor, un mejor salario… Sabemos objetivamente que eso tiene un peso mínimo y que tan sólo supone un 1% de la felicidad.



Fuente:

Iberarte

2 de Agosto de 2007

http://iberarte.com/content/view/973/1/



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