Los viajes aéreos, con sus casi 2.000 millones de pasajeros al año y con una duración que puede durar hasta 18 y 20 horas, son marco de incidentes de salud, menores en la mayoría de casos, según estudio publicado en línea este jueves por la revista británica Lancet.
Las personas mayores con problemas cardíacos, pulmonares o circulatorios corren el riesgo de soportar mal la reducción de la presión de aire en la cabina y de sufrir por hipoxia (disminución del oxígeno que lleva a los tejidos la sangre), según estudios reunidos por dos médicos de Urgencia de Washington y Burlington (Estados Unidos).
Un 18% de los pasajeros con enfermedades crónicas pulmonares obstructivas (bronquitis crónica severa, enfisemas...) corren el riesgo de sufrir al menos una leve alerta respiratoria durante el vuelo.
Debido a la expansión de los gases en el cuerpo, normal en caso de una bajada de la presión, se recomienda esperar unas dos semanas antes de viajar después de una operación importante.
Los vuelos largos también aumentan el riesgo (hasta cuatro veces, según los estudios), de trombo-embolia venosas, agravadas en caso de deshidratación y si el pasajero no se mueve. Según un estudio, la mayoría de casos de trombo-embolias afectan a personas que se sientan cerca de las ventanas y que tienen menos posibilidades de movimiento. El uso de medias de compresión puede ser recomendado.
El ambiente cerrado puede facilitar la propagación de enfermedades infecciosas, en particular entre quienes se sientan cerca de un enfermo.
Viajar con frecuencia y a gran altitud no es recomendable para las mujeres embarazadas debido a que se exponen a radiaciones cósmicas que pueden ser nocivas para el feto.
Hacen falta más datos sobre la magnitud de los eventos médicos que se producen a bordo de los aviones, pero la mayoría son menores y afectan a las personas de más de 70 años, subraya Lancet.
Los aviones cuentan con botiquines médicos y la mayoría disponen de un desfibrilador, en previsión de complicaciones cardíacas.
Las personas mayores con problemas cardíacos, pulmonares o circulatorios corren el riesgo de soportar mal la reducción de la presión de aire en la cabina y de sufrir por hipoxia (disminución del oxígeno que lleva a los tejidos la sangre), según estudios reunidos por dos médicos de Urgencia de Washington y Burlington (Estados Unidos).
Un 18% de los pasajeros con enfermedades crónicas pulmonares obstructivas (bronquitis crónica severa, enfisemas...) corren el riesgo de sufrir al menos una leve alerta respiratoria durante el vuelo.
Debido a la expansión de los gases en el cuerpo, normal en caso de una bajada de la presión, se recomienda esperar unas dos semanas antes de viajar después de una operación importante.
Los vuelos largos también aumentan el riesgo (hasta cuatro veces, según los estudios), de trombo-embolia venosas, agravadas en caso de deshidratación y si el pasajero no se mueve. Según un estudio, la mayoría de casos de trombo-embolias afectan a personas que se sientan cerca de las ventanas y que tienen menos posibilidades de movimiento. El uso de medias de compresión puede ser recomendado.
El ambiente cerrado puede facilitar la propagación de enfermedades infecciosas, en particular entre quienes se sientan cerca de un enfermo.
Viajar con frecuencia y a gran altitud no es recomendable para las mujeres embarazadas debido a que se exponen a radiaciones cósmicas que pueden ser nocivas para el feto.
Hacen falta más datos sobre la magnitud de los eventos médicos que se producen a bordo de los aviones, pero la mayoría son menores y afectan a las personas de más de 70 años, subraya Lancet.
Los aviones cuentan con botiquines médicos y la mayoría disponen de un desfibrilador, en previsión de complicaciones cardíacas.
Fuente:
AFP
20 de Febrero de 2009
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