martes, 20 de enero de 2009

Cuidados invernales a flor de piel


El frío, el viento, los contrastes térmicos bruscos y la disminución de la retención de líquidos durante los meses más fríos del año provocan una deshidratación y vasoconstricción inusual en nuestro organismo. La unión de todos estos elementos adversos, trae consigo devastadoras consecuencias para nuestra piel, que van desde una exfoliación más lenta a una descamación más pronunciada por el aumento de las células muertas acumuladas, además de un envejecimiento prematuro de la principal barrera natural de nuestro organismo.
Aunque en los últimos años cada vez hay más gente que ha tomado conciencia de la importancia de proteger nuestra piel frente a los “ataques” continuos de los agentes externos, especialmente de las radiaciones solares, lo cierto es que tendemos a prestar atención a estos cuidados durante los meses de verano, sin darnos cuenta de que durante el invierno, la acción dañina del sol sobre nuestra piel puede verse multiplicada más si cabe.
Tirantez y pérdida de elasticidad, irritaciones, agrietamiento y sequedad son las expresiones externas de una ruptura constante de nuestro equilibrio cutáneo que puede tener severas consecuencias a medio y largo plazo, como demuestra el hecho de que en los últimos 15 años se haya disparado en un 20% el número de casos de melanoma en España, alcanzando ya los 3.200 nuevos casos diagnosticados cada año.
Pero, por si esto fuera poco, los efectos de los agentes externos perjudiciales para nuestra piel pueden multiplicarse si la exposición se da en zonas de alta montaña, pues existe menos atmósfera para absorber las radiaciones UVA y UVB y éstas aumentan un 4% cada 300 metros de altitud. Si, además, hay nieve, su efecto reflejo puede llegar a multiplicarlas otro 80%, que se le sumaría al 100% de rayos que, de por sí, inciden de manera directa sobre nuestra piel.
Así lo confirma Guiomar Bertrán, responsable del área de Fotoprotección de ISDIN, “las exposiciones prolongadas y sin protección duplican las posibilidades de padecer un cáncer de piel y en el caso de las montañas nevadas hay tres factores que inciden de forma agresiva en la piel: la radiación solar, la radiación reflejada en la nieve y la altitud; por lo que el riesgo de sobreexposición se incrementa”.
El invierno, y más la práctica de deportes de alta montaña, agravan, por lo tanto, los efectos negativos del sol sobre nuestra piel. Por eso, es necesario extremar las precauciones utilizando de forma regular y continuada diferentes productos que contengan filtros UVA y UVB con un factor de Protección solar proporcional al índice de radiación al que se vaya a estar expuesto, ya que el FPS indica el tiempo máximo que una persona puede estar al sol sin riesgo de quemaduras. Además, se hace más necesario que nunca utilizar una hidratación extra que contrarreste el deterioro del efecto barrera de la piel.
Decálogo para proteger la piel del frío y la nieve1. Aplicar un fotoprotector antes de cada exposición solar y mantener la hidratación de la piel2. Mimar los labios con un buen protector con filtro solar 3. Reaplicar el fotoprotector cada dos horas para que no pierda eficacia 4. Proteger la piel aunque sea un día nublado, pues las nubes dejan pasar la mayor parte de la radiación ultravioleta 5. Si se usa maquillaje en alta montaña, que contenga filtro solar 6. Reforzar la hidratación de la cara durante las noches con productos ultra-nutritivos y súper-hidratantes 7. Prestar mayor atención a nariz y pómulos, las zonas más prominentes del rostro y las que antes se queman 8. No descuidar los ojos: se recomienda utilizar gafas que protejan al 100% del UVA, UVB y del azul visible 9. Cuidar las manos con productos especialmente diseñador para luchar contra los efectos del frío y la humedad 10. Hidratar bien el cuerpo para contrarrestar la falta de oxigenación que sufre por el uso de prendas de abrigo y la exposición a ambientes artificiales CONSEJOS FACILITADOS POR ISDIN


Fuente:

Hoy Mujer

20 de Enero de 2009



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