La falta de alimentos en la primera etapa de vida de una persona, así como una dieta compuesta por abundantes sustancias pobres en nutrientes y en vitaminas esenciales en ese mismo período tiene efectos irreversibles y es causa de numerosas enfermedades en la adultez. Según datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, la única hasta el momento que evaluó el estado nutricional de los chicos y adultos en 2005, el 3,8% de los niños de entre 6 meses y 5 años tenía bajo peso para la edad y el 4,2 baja talla. Pero si se analiza esta situación según las escalas sociales, la desnutrición varía notoriamente en detrimento de los grupos más postergados, en una muestra más de la brecha de inequidad. El 4,7% de los chicos en situación de indigencia tenía bajo peso para la edad, cuando en sus pares sin Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) este aspecto afectaba al 3,5 por ciento. Lo mismo ocurre con la baja talla para la edad: 6,1% de los niños de entre 6 meses y 5 años con NBI, pero casi la mitad (3,6) en aquellos que no viven en la pobreza extrema. En tanto, de acuerdo con estadísticas generadas por el Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional del Nordeste (UNN), el 45% de los chicos que viven en la capital de Corrientes padece desnutrición. A su vez, un estudio de la Asociación Civil de Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales (APAER) reveló que la problemática afecta al 20% de los alumnos de escuelas rurales del norte de Córdoba y Santa Fe, Misiones, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Salta y Jujuy. La encuesta nacional se realizó por los casos de déficit nutricional severo que salieron a la luz tras la crisis de fines de 2001 y que se cobraron la vida de decenas de niños argentinos, especialmente los que residían en Tucumán y Corrientes, dos de los territorios más golpeados por este flagelo. Pero el sondeo, realizado ya cuando la eclosión socio- económica comenzaba a ser superada, reveló otra arista de este problema: el 6,6% de los chicos entre 6 meses y 5 años es obeso, cifra que baja a 5,5 en Capital Federal, pero trepa al 8,6% en el Gran Buenos Aires. Y la obesidad "no siempre cursa con un buen estado de nutrición", advierte Alicia Langellotti, médica especialista en Nutrición. "En general -dijo- se piensa que cuando uno tiene sobrepeso, sobra salud. Y esto puede ser un error dado que se puede tener sobrepeso por alimentarse a base de alimentos económicos que contienen harinas y grasas pero que, en general, carecen de un adecuado aporte proteico, vitamínico y mineral, lo cual puede afectar el desarrollo intelectual y físico de los niños". A este tipo de obesidad se la denomina "obesos pobres". Para Silvio Schraier, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, el porcentaje de esta forma de sobrepeso "aumentó" aunque "no sólo en Argentina, sino también en América latina". Y al igual que Langellotti precisó que "son personas que por su situación de pobreza sólo consumen alimentos como harinas y grasas, mientras que quienes no tienen acceso a esos productos caen en la desnutrición". Las consecuencias de la obesidad, en cualquiera de sus formas, son dañinas para los niños, quienes están en pleno desarrollo. Langellotti, directora del Centro Area A, sostuvo que "la obesidad es una enfermedad muy compleja, en la que intervienen diversos factores causales. Por eso, el primer paso para la prevención debe comenzar a realizarse desde el embarazo". Las complicaciones físicas de la obesidad son variadas tales como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, alteraciones del colesterol y triglicéridos, enfermedad cardiovascular. "Se puede asociar con cálculos en la vesícula y puede haber disfunción a nivel respiratorio si se trata de obesidad mórbida, como así también problemas articulares, entre otras afecciones", añadió la especialista, quien puso especial énfasis en remarcar el surgimiento de "problemas a nivel psicológico y de adaptación social cuando el sobrepeso es importante, debido a la discriminación al obeso que existe en nuestra sociedad". Frente a este panorama, "es conveniente que la familia en su totalidad esté atenta de tener pautas alimenticias adecuadas, entonces volcar en los hijos desde pequeños el concepto del lugar que debe ocupar la comida". Y la comida -aclaró Langellotti- no debe ser usada para paliar emociones que nos resultan desagradables. Por eso, sugiere a los papás que cuando vean que sus hijos no se alimentan bien, sea por exceso o por defecto, "recurran siempre al asesoramiento de un profesional".
Fuente: NA
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Infobae.com
1 de Diciembre de 2008
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