martes, 10 de noviembre de 2009

Una historia llena de color


Cambiar el color del cabello siempre ha sido una inquietud humana. Las primeras civilizaciones usaron tinturas vegetales y cenizas; siglos después se desarrollaron los tintes permanentes e inocuos para el cuero cabelludo. Hoy, la última novedad en este campo son las tinturas que aportan color en tan sólo 10 minutos.
Los egipcios fueron de los primeros en dar más color a su cabello. Ellos utilizaban la henna, sustancia que se extrae de un arbusto, de color rojizo o caoba. Cuando querían obtener un tono gris, utilizaban una mezcla de sangre de vaca negra con aceite.
Los griegos, por su parte, usaban colorantes elaborados con pigmentos blanco y bermellón. En Roma, en cambio, se hacía un compuesto de sebo de cabra y ceniza de haya.
Los fórmulas caseras con ingredientes naturales fueron durante siglos la única opción que tenían las personas para aportar color a su cabello.
Mucho tiempo después, algunos laboratorios desarrollaron fórmulas con compuestos químicos que podían aclarar el cabello.
Dichas fórmulas irritaban el cuero cabelludo y dañaban la fibra capilar. En ese entonces era imposible pensar en productos que modificaran suavemente el color del cabello o que se pudieran usar sólo en algunas secciones para crear efectos luminosos. Durante muchos años, la tintura del cabello continuó siendo un experimento.
Uno de los grandes descubrimientos en el campo ocurrió en 1885 con la fenilendiamina, una sustancia que podía utilizarse sola o con sales metálicas, incrementando la gama y calidad de colores de los tintes para el cabello.
En esa época, la mayoría de la gente no aceptaba el tinte dentro de la cosmética cotidiana. Sólo lo usaban actrices y mujeres de alta sociedad.
Para 1901, eran los boticarios los que vendían los ingredientes para prepararlo y todavía resultaban tóxicos. Quienes se teñían el cabello debían ser muy valientes para aguantar la hinchazón en los ojos y la irritación en la piel.
Las salas de belleza de esos tiempos recibían muchas quejas porque las fórmulas que teñían la cabellera provocaban en las clientas intensos dolores de cabeza.
El genio de la coloración
En 1909, un químico llamado Eugène Schueller soñó con poder cambiar el color de cabello de las mujeres sin que representara para ellas un gran sacrificio. Estaba convencido de que, apoyándose en la ciencia, podría crear productos cosméticos y renovar las antiguas recetas de belleza.
Recién graduado, consiguió trabajo como ayudante en una farmacia, donde trabajó brevemente. Cuando se fue de ahí para formar su propia compañía, su patrón le advirtió que el tinte para el cabello era “un mercado muy limitado, con poco o nada de futuro”.
Sin hacer caso, el químico montó su propia empresa. Transformó un departamento parisino en su centro de trabajo. El comedor fue el área de demostración y la cocina era el laboratorio.
Nace así La Société Française des Teintures Inoffensives, teniendo como primer objeto de estudio el cabello de hombres y mujeres.
En ese entonces los tintes se dejaban reposar hasta tres horas para que aportaran el color deseado.
Eugène estaba seguro de que esto podía cambiar. Creía que un sólo producto era capaz de aportar color además de proteger y nutrir el cabello.
En 1928 creó el primer tinte que actuaba por oxidación rápida, al cual nombró Imedia, lo que representó una de sus más grandes aportaciones al mundo de la coloración.
Visionario y entusiasta, Eugène Schueller rápidamente estableció amistad con un grupo de estilistas parisinos quienes se sumaron a sus esfuerzos.
En 1935 la compañía adquirió un nuevo nombre, L’Oréaly, que hoy se conoce como L’Oréal.
En la década de los 30’s, la industria hollywoodense apostó por las cabelleras rubias. En ese entonces, las fórmulas que se preparaban contenían peróxido de 20 volúmenes y amoníaco.
En la década de los 50’s, sólo el 7% de las mujeres se pintaba el cabello; en contraste, dos décadas después inició el boom de las cabelleras pintadas.
Color en un tris
Recientemente, en un conferencia en el Museo Metropolitano de Buenos Aires, se dio a conocer que un 45% de las mujeres del mundo se tiñen el cabello.
Hoy, existen productos de alta calidad que incluyen todos los ingredientes necesarios para realizar una coloración adecuada, con fórmulas que no sólo tiñen el cabello, sino que también lo protegen.
Entre los avances más novedosos están los tintes que cubren las canas y renuevan el cabello. El secreto está en asociar el amoniaco al cloruro de amonio, lo que acelera el tiempo de pose que necesita el tinte para actuar.


Fuente:

El Universal

10/11/09



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